Me alegra mucho que Victoria Cano regrese a la Academia con su “Poder de la huella. Metáfora de energías”, una exposición importante de sus obras en el ya largo período de tiempo 1982-2010. Es una satisfacción recibirla en tanto que artista de importancia reconocida en el panorama del arte contemporáneo español. Victoria Cano es bien conocida también en Italia, a través de interesantes exposiciones eralizadas en diversas ciudades a partir de 1995, retomando un hilo de estrechas relaciones y vivencias italianas que empezó a tejer en los años de su estancia en esta Casa como pensionada (1982-1983). Fue importante en esa proyección de la obra de Victoria en Italia el apoyo de varios galeristas italianos, cito entre ellos a Angelo de Florio, por su condición, vigente, de atento seguidor de nuestras actividades y persona siempre disponible a darnos su apoyo y su consejo.
Me alegra también que Victoria Cano haya aceptado (con su proverbial entusiasmo…) la idea de realizar una exposición en esta sede porque ese regreso es perfectamente coherente con nuestro deseo de estimular y facilitar el mantenimiento de los lazos con la Academia de los artistas que han transcurrido en ella períodos de formación, y sobre todo experiencias vitales, que en general han sido importantes para el desarrollo de sus carreras.
Finalmente, en un plano más personal, esta exposición es para mí una oportunidad más de rememorar años muy importantes para quien tuvo la suerte de empezar a conocer y a relacionarse con la Academia a través de un grupo magnífico de pensionados entre los que estaba Victoria, aglutinados alrededor de un eximio director, el escultor y académico Venancio Blanco. Venancio me abrió por primera vez las puertas de esta institución, yo procuré corresponder abriendo las de mi casa y no faltaron ocasiones de veladas, en el Gianicolo y en Parioli, de las que conservo muy gratos recuerdos. Han pasado casi treinta años y la fortuna ha hecho que pueda dirigir en esta fase la Academia, consciente de que me han precedido muy ilustres artistas y profesores que han contribuido a que la Institución haya ido acreciendo su prestigio, entre ellos una personalidad bien conocida del mundo académico y, en general, de la cultura como es el Profesor (y también amigo) Felipe Garín, que avala esta iniciativa actuando como su comisario.
Victoria Cano nos ha llenado de color, de alegría y energía no sólo las cuatro amplias salas de exposiciones en torno al claustro cinquecentesco del ex convento franciscano en el que instaló en la Academia de España en Roma, inaugurada en 1881, también ha lanzado al propio claustro sus maravillosos libros voladores. Antes de iniciar el recorrido de la exposición, por tanto, el visitante se ve ya expuesto a obras que tienen sus raíces en el interés de la artista en la generación de energía y en la energía como materia en transformación. Se trata de investigaciones y de procesos de creación iniciados en 1987, a los que posteriormente unió trabajos sobre el laberinto de la identidad humana, desembocando en las imágenes generadas por el poder de la huella, que nos sumergen en laberintos de identidad siempre sorprendentes. El texto del profesor Román de la Calle, profundo conocedor de la obra de Victoria Cano, es esclarecedor en relación con el complejo recorrido intelectual de la artista, que se plasma en obras de tanta riqueza cromática como riquza intelectual, puesto que Victoria Cano añade a sus dotes artísticas una encomiable profundidad de lecturas. Sin pretensiones de añadir nada sustantivo a los inteligentes análisis de los especialistas, me limito a expresar el debido agradecimiento a Victoria Cano y cuantas personas e instituciones –en primer lugar la Generalitat Valenciana, a través de su Secretaría de Cultura- han hecho posible esta exposición, que ciertamente será un hito importante en el historial de esta Real Academia de España en Roma.
Enrique Panés. Director de la Real Academia de España en Roma. Roma, septiembre de 2010.