La creación artística es una energía, una pasión que te atrapa y a la vez te transporta hacia lo desconocido, hacia un laberinto donde la luz y la oscuridad conviven al mismo tiempo. Es viajar con la curiosidad de alguien que no ve y todo lo toca, transformando lo que nos rodea. Es introducirte en tu propia curiosidad para descubrir otro universo, un universo de energías donde todo está vivo y en el que cada persona deja a su paso su huella como un laberinto único y exclusivo, lleno de colores y texturas que conforma pétalos de amapola o cactus, tierras secas y húmedas, troncos y copas de árboles, frutos de la tierra, remolinos de viento y agua que buscan en esa continua transformación, su color, su espacio, su armonía y su luz.
Cada huella humana es un microuniverso de perfiles estéticos que nos identifica y nos singulariza, haciéndonos seres únicos diferenciándonos de los demás, funcionando como clave en un mundo de laberintos, que genera su propia gramática en un espacio de sensaciones, donde el observador de la obra puede estar al unísono dentro y fuera de ella, enlazando dos campos de energía, la del espectador y la del autor.
Pero sobre todo quiero pintar, dejar en el lienzo, mi visión más poética y energética que sepa imaginar, transmitir y concienciar que somos naturaleza y debemos protegerla. Me gustaría que de un modo u otro, la obra hablara por sí sola, generando en el espectador las emociones más estéticas.
Por ello, quiero expresar mi agradecimiento a todas las personas que me han dejado interpretar su perfil o su huella, ellos son motivo de inspiración y el rostro de la naturaleza más humana.
Victoria Cano.